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¿Volver a Stalin?

¿Volver a Stalin?

Por Miguel Manzanera Salavert

Rebelión 19 de diciembre del 2022.- En estos días de crecimiento de los movimientos de extrema derecha en todo el mundo, muchos comunistas vuelven los ojos a la victoria de la URSS, liderada por Stalin, en la Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial) contra los nazis y sus aliados en el continente europeo. En esa guerra, la URSS también se enfrentaba a Japón, pero los japoneses demostraron poco interés en combatir contra los soviéticos, pues su frente de la lucha se desarrolló en el Pacífico contra los EE.UU. y en China contra los nacionalistas y los comunistas. Esto permitió a la URSS volcarse en el frente europeo y ayudó a derrotar a los nazis.

Consecuentemente, y con un análisis simplista del desarrollo histórico, estos compañeros consideran que las formas estalinistas constituyen la mejor organización del movimiento comunista para confrontar el desarrollo de los movimientos de extrema derecha. Esto es un leninismo jerarquizado y autoritario hasta hacerse dictatorial. Esta versión del proyecto socialista considera, además, que el fracaso posterior de la URSS se debe a las traiciones que hicieron los sucesores de Stalin en el poder, Jruschev y Breznev. Y por supuesto, Gorbachov y Yeltsin. Este tipo de explicación acerca de los fenómenos históricos, cuya evolución depende de la maldad o la bondad, la estupidez o la inteligencia de un líder carismático, es completamente ajena al marxismo, que utiliza nociones como desarrollo de las fuerzas productivas, relaciones de producción o proyectos históricos de las clases sociales.

Visité Moscú hace unos años y contacté con los camaradas de KPRF (Kommunist Party Russian Federation). Sostuve una larga charla en el Ayuntamiento de Moscú con la fracción municipal del KPRF. Al cabo de un rato de charla en la que expuse mis ideas, finalmente les pregunté a los camaradas cuál era a su juicio la causa del derrumbe de la URSS. La respuesta reflejó un tipo de explicación que se remonta a los Procesos de Moscú en 1936-38: hubo traiciones y errores. Sin duda que hubo. Pero eso no nos aclara la marcha de la historia, explicada por las categorías marxistas. Traiciones y errores no son categorías explicativas marxistas. Cuando Marx o Engels, o Lenin, analizan un hecho histórico pueden utilizar la categoría traición, pero explicando a continuación cuáles son los intereses y fuerzas históricas que están detrás de esa acción considerada traidora. Por poner un ejemplo, Luis Napoleón Bonaparte era un golfo canalla, pero estaba en el lugar adecuado en el momento preciso, y eso le convirtió en Emperador de Francia. Las fuerzas históricas que operaban en Francia le auparon al poder político.

En el caso de la explicación estalinista de los procesos históricos que acontecieron en la URSS, el análisis descansa siempre en la presión capitalista sobre el Estado soviético, como causa principal de su dinámica política. Entonces los traidores aparecen como aquellos que buscan restaurar el capitalismo. Sin duda, que esa presión existió –empezando por la intervención extranjera en la guerra civil-, y creó una tensión casi insoportable en la sociedad soviética. Lo que se puede poner en cuestión es si la mejor manera de combatir esa presión capitalista consiste en una paranoica búsqueda de los traidores burgueses.

No es posible, para zanjar esta cuestión, referirse al famoso discurso de Kruschev al XX Congreso del PCUS en 1956. Ya ha sido investigado y desacreditado por el investigador norteamericano Grover Kurr. Lo que cuenta Kurr sobre Kruschev, le retrata como un estalinista en su papel de falsificador de los hechos, o de interpretarlos en función de sus intereses personales –siempre que estos intereses representen a una capa social detentadora de los mecanismos de poder político en los distintos niveles de organización-. La falsificación de los hechos, o su interpretación desde una óptica deformada, es lo que caracteriza al estalinismo, y por eso decía Lukács que el mayor defecto del estalinismo era haber hecho retroceder la teoría marxista.

En primer lugar, hay que categorizar el sistema soviético como modo de producción. ¿Era un capitalismo de estado o una dictadura del proletariado? ¿Cómo definiríamos el capitalismo de estado? ¿Y la dictadura del proletariado? ¿La burocracia era una clase social o solo una capa de funcionarios acomodados? ¿Cómo definimos clase social? Las categorías que usemos para interpretar ese pasado nos orientarán para construir el futuro. Y además la URSS no fue un hecho aislado. A partir de su victoria en la Segunda Guerra Mundial comenzaron a surgir en los países colonizados otros ensayos de enfrentar el imperialismo, imitando el modelo soviético. Hoy en día, todos ellos fracasados, excepto aquellos que se han apartado del modelo, especialmente la República Popular China. Podemos, pues, hacer una tipología de los problemas que se plantean en la transición al socialismo. Conocemos las contradicciones del modo de producción capitalista dirigido por la burguesía gracias a Marx, pero ¿hemos hecho una investigación de las contradicciones de la clase obrera y su proyecto histórico de superar el capitalismo?

Explico sucintamente mi posición en el discutible problema de la categorización de la URSS: en mi opinión debemos partir de la teoría de los modos de producción de Samir Amin para dilucidar este problema. Amin afirma que el modo de producción del estado burocrático ha sido la principal forma de organización social en la historia hasta la instauración del capitalismo. Se puede establecer que el Estado soviético fue una modernización de este modo de producción bajo el intento de asimilar el punto de vista científico. El resultado de la revolución rusa fue la desconexión –término empleado por Amin para señalar la ruptura de un sistema económico nacional con las relaciones de producción imperialistas mundializadas-.

Seguramente todos los marxistas estarán de acuerdo en que la RPCh es un capitalismo de estado. El modelo económico que ha desarrollado China está en línea con la NEP (Nueva Política Económica) diseñada por Lenin como un capitalismo de estado tras la victoria en la guerra civil. Lo que ha demostrado China en las últimas décadas es que la NEP es un modelo económico exitoso, hasta el punto de convertirse en la mayor economía mundial. Pues bien, los traidores acusados de conspirar para volver al capitalismo –en los procesos de Moscú, por ejemplo- estaban defendiendo la NEP frente al programa de una estatalización completa de la economía. La historia le ha dado la razón a esos traidores –entre ellos Bujarin- frente a la dictadura estalinista. ¿A dónde habría llegado la URSS si hubiera seguido la línea política trazada por Lenin? ¿Fue necesario el autoritarismo sin concesiones de Stalin para vencer en la Segunda Guerra Mundial? ¿Era necesario prolongar ese tipo de relaciones sociales tras la victoria contra los nazis? Ahora que el viento de la historia se ha llevado la URSS al limbo de los justos, camaradas recordad la Loa de la duda que nos dejó Bertold Brecht.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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